HIPOTECA TRANQUILIDAD / CUOTA FINAL HIPOTECARIA

HIPOTECA TRANQUILIDAD: Bajo el reclamo de ser un préstamo hipotecario ideal para jóvenes, Banesto (ahora Banco Santander) camufló lo que acabó siendo un crédito hipotecario más caro que una hipoteca convencional, por contener varios elementos que perjudicaban al deudor. En primer lugar esta hipoteca se vendió con un elevado tipo fijo, tipo en vigor durante demasiado tiempo (hasta diez años)  -cuando el escenario del tipo variable se preveía en caída -más barato que el tipo fijo- y por lo tanto hubiera beneficiado a los clientes. En segundo lugar este producto cuenta con la posibilidad de que tanto el capital como el vencimiento puedan modificarse. El capital, la deuda, puede elevarse sobre lo concedido en orígen. Lo mismo ocurre con el plazo (con el vencimiento del préstamo, que no está determinado). Todo ello convirtió a estas hipotecas tranquilidad en problemáticas, precisamente cuando los deudores empezaron a compararlas con las hipotecas convencionales.

Ante el alud de reclamaciones, la entidad financiera afectada ofreció novaciones, pero estos nuevos contratos tampoco suponían una mejora sustancial para los clientes: si bien se les retiraba el tipo fijo,  nunca se devolvieron las cantidades abonadas de más; y, en muchas ocasiones, se les incrementó el diferencial aplicado. Además, estas novaciones obligaban a muchos deudores a firmar su expresa renuncia a iniciar posteriores acciones legales contra la entidad. Como los afectados fueron numerosos, y ante la imposibilidad que padecían de seguir pagando las altas cuotas de amortización de la hipoteca tranquilidad, aceptaron el contenido de esta oferta de novación sin discutir. No obstante, y a pesar de haber firmado ese tipo de acuerdo (contrato privado con el banco), puedes reclamar. 

Recuerda que estas hipotecas suelen ser muchísimo más caras que las convencionales. Podemos estudiar tu caso y ofrecerte soluciones. Consúltanos. 

 

HIPOTECA CON CUOTA FINAL: Si un banco (Banco de Santander, BBVA,...) concede/vende un préstmo hipotecario –con cuota final- a un cliente insolvente (con insuficiente capacidad de pago), lo hace para abaratar artificialmente el pago mensual de la hipoteca (para reducir las cuotas a pagar mes a mes). El banco resta y difiere una cantidad de la deuda, para que el cliente la pague más adelante. Resta al préstamo original concedido una fracción de esta deuda (fracción que suele ser bastante considerable: entre los 30.000.-€ y los 60.000.-€). 

Esta maniobra financiera puede interpretarse de maneras antagonistas: como trampa financiera, o como una solución financiera. Y es una solución financiera cuando resuelve un problema de un cliente con sobreendeudamiento sobrevenido o empobrecimiento indeseado. Resuelve el problema de un deudor depauperado que no puede afrontar sus pagos normalizados. Sin embargo, la cuota final es una trampa financiera cuando se concibe en el origen mismo de la deuda hipotecaria. Máxime cuando no se informa debidamente al afectado. Cuando no se entrega al cliente una oferta vinculante o no se le muestra el cuadro de amortización a futuro completo, donde el deudor pueda leer y comprender que esa última cuota existe. Y es que, al verla así expuesta, el deudor puede comprender su significado: deberá pagar esa cuota final de una vez; ¡y en el futuro (probablemente cuando sea mayor, esté jubilado y su capacidad de endeudamiento sea nula)! Al no informar al cliente de forma clara y precisa, el banco le está perjudicando. Pocos clientes podrán pagar al término del periodo de amortización (después de treinta años pagando regularmente), –y de una sola vez-, una abultadísima cuota hipotecaria: de entre 30.000.-€ o 60.000.- €. Cuando el cliente comprende la naturaleza real de su hipoteca cuota final no sabe cómo reaccionar. Visto con perspectiva esta última cuota se convierte en una multa inesperada, ya que pocos clientes cuentan con capacidad de pago para saldar cifras tan elevadas de golpe. Considerando que, al término de la hipoteca, la mayoría de los clientes serán jubilados y sus rentas se habrán mermado comparadas con las de su vida laboral. Visto así, la cuota final le está condenando implícitamente al desahucio. Si el banco no puede demostrar que cumplió con la trasparencia informativa debida y con la ley crediticia, que le obliga a estudiar la capacidad de pago del deudor, debes reclamar. La cuota final es verdaderamente una trampa financiera porque, en esta situación, el Banco siempre gana. Gana durante los treinta o cuarenta años de la vida útil de tu hipoteca, habiendo cobrado buena parte del capital y una suma ingente de intereses. Pero es que, si finalmente el cliente no puede pagar -ni refinanciar- esa última cuota final, el banco se quedará, además de con todo lo ya percibido, “con tu casa”. En el mejor de los casos deberás firmar una nueva hipoteca para saldar esa cuota final y poder seguir viviendo en casa.

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